EL 2008, CADA QUIEN HABLA DE LA FERIA SEGÚN COMO LE FUE

por Germán Ávila


Los medios de comunicación se extienden en adjetivos para calificar el año que acaba de terminar, la revista SEMANA exhibe en portada un collage de fotografías con los personajes mas destacados durante el 2008 acompañado del sonoro título: “¡Que año carajo!”, el cenit de la política de Seguridad Democrática del presidente Uribe, pero el año en que enterró la posibilidad de una reelección inmediata; reacciones y análisis de todos los calibres reconocen en el año inmediatamente anterior uno de los mas agitados de los últimos tiempos, pero realmente ¿que balance arroja a los ciudadanos del común el 2008?

Uno de los aspectos mas movidos del año anterior tiene que ver indiscutiblemente con el conflicto armado; el año empieza dando una luz después de la fallida participación en 2007 del presidente Hugo Chávez como garante de un proceso de acuerdo humanitario y que fue desechada con débiles argumentos por parte del gobierno colombiano, las liberaciones unilaterales por parte de las FARC varias personas que hasta el momento se encontraban en su poder ponen en la mesa un importante avance que fuerza al gobierno a generar espacios de negociación, sin embargo la respuesta de este no puede ser mas cerrada, la convocatoria a la marcha del 4 de Febrero pasado que quiso ser exhibida como una iniciativa independiente, pero que al final mostró haber sido atizada desde el gobierno agita consignas de verdadera intolerancia y le mete mas gasolina al conflicto desde el escenario político; cada vez que la insurgencia hacía un movimiento para buscar al menos interlocución, la contraparte se movía con el fin de deslegitimarla, las giras del presidente por Europa con el único objetivo de exigir pronunciamientos de los gobiernos contra las FARC, mostraban que las dos partes estaban caminando por dos senderos distintos hacia destinos contrarios.

La posibilidad de un encuentro de algunos presidentes de América y el mundo con el comandante de las FARC Manuel Marulanda en territorio colombiano acercaban cada vez mas la posibilidad de que esta guerrilla adquiriese el Estatus de Beligerancia, lo que sería un muy duro golpe al gobierno Uribe que había desgastado seis años de gobierno casi exclusivamente en sostener el calificativo de terroristas hacia los insurgentes; ante esa posibilidad el gobierno opta por atacar el campamento que Raúl Reyes había instalado en territorio ecuatoriano a pocos metros de la frontera con Colombia causando la muerte del comandante guerrillero y de casi 30 personas mas en un posible caso de ejecuciones extrajudiciales; esta fue una victoria pírrica para la Casa de Nariño, pues aunque logra el objetivo de dar de baja a un miembro del Secretariado de las FARC e interrumpe la posibilidad del mencionado encuentro de los presidentes con Marulanda en los llanos del Yarí, genera una crisis aún no superada con Ecuador, Venezuela y otros países del hemisferio y muestra a un gobierno vacilante y que se contradice públicamente con una facilidad y un cinismo impactantes, los representantes de Colombia quedan ante sus vecinos poco mas que como unos mentirosos.

El estímulo a la política de la traición empieza a dar frutos importantes, es entonces cuando a pocos días de la muerte de Raúl Reyes, otro miembro del secretariado es asesinado de una manera por demás macabra por parte del encargado de su seguridad, quien no solo le dispara en la frente mientras dormía, sino que le cercena un brazo para entregarlo al ejército como prueba de su acción y en espera de una recompensa que no solo no llegó, sino que fue reemplazada por una condena en prisión, la entrega de una guerrillera que había sido mostrada por los medios como “emblemática”, pero que llevaba años aislada, es aprovechada por estos mismos para anunciar con bombos y platillos y a coro el fin de la organización armada, final que era “confirmado” con la muerte de Marulanda, que aunque fue por causas naturales, caía como anillo al dedo a quienes gritaron el conteo regresivo que anunciaba el fin de las FARC.

La “operación jaque” además de mostrar que los extranjeros en poder de las FARC no eran tres sino cuatro, pues el fabricado “símbolo de la libertad colombiana” no bien estuvo en libertad para recordar que su casa era en Francia y no aquí, mostró que para el gobierno colombiano el fin justifica los medios y mas allá del delito de Perfidia, que es la utilización de emblemas humanitarios y de organizaciones de prensa en operaciones militares, nuevamente muestra a un gobierno contradiciéndose y mintiendo abiertamente a la opinión pública con respecto al uso de dichas insignias y a un CICR muy débil a la hora de exigir claridad al estado colombiano; los argumentos que justifican esta Perfidia reposan en que no fue una operación militar, pues no hubo intercambio de disparos ni pérdida de vidas humanas; sin embargo aun con lo que las FARC anunciaron como una traición por parte de las personas encargadas de custodiar a los retenidos, la intervención del estado fue eminentemente militar, pues estuvo a cargo de militares y agentes de inteligencia y no de funcionarios de oficina; y la principal contradicción del gobierno radica precisamente ahí, pues a la hora de anunciar la “gran victoria” se habla de una “operación encubierta y de infiltración impecable”, pero a la hora de explicar el uso premeditado y durante todo el lapso de la operación de insignias humanitarias ya no es una operación militar.

Pero mientras las pocas victorias militares auténticas (por que no hay que olvidar los falsos positivos, sobretodo los que no se saben) son cantadas a los cuatro vientos, los dramas televisivos majestuosamente reproducidos por los noticieros ocultan el inefable escándalo de un estado absolutamente permeado y sustentado por el narcotráfico y el paramilitarismo, donde el dolor de los familiares de las víctimas de un lado tiene mas valor que el de las víctimas del otro, donde la única forma de poder sufrir con dignidad la muerte de un ser querido en medio del conflicto es solo si era diputado, congresista, alcalde o ex gobernador, los hijos de los humildes están condenados a morir entre las sombras.

Y esos mismos humildes (y otros no tanto), que le apostaron a una luz poniendo su dinero en una empresa que ofrecía enormes dividendos bajo la sola condición de no preguntar por su procedencia vieron de nuevo sus sueños humillados a los pies de los grandes señores del dinero, el sector bancario nacional debe vivir, aun cuando sea con los jirones de piel de sus ahorradores, no importa que con el fiasco producido por la intervención de DMG se haya caído la reelección inmediata, el plan de quienes la impulsan no es a cinco sino a treinta, cincuenta y mas años, el Uribismo es una forma transitoria de decirle a algo que prevalece en el tiempo por encima de quienes se favorecen de él.

Entonces esta navidad mostró que los enormes éxitos de la seguridad democrática no dieron ventajas objetivas a quienes sintieron la crisis con inclemencia, se percibió una importante disminución de las posibilidades de la gente a la hora de celebrar las fiestas de fin de año (que son un buen medidor del estado de la economía), esta vez algunos sí notaron que son los “padres de la patria” los que se sostienen con la guerra, no el resto del país; habrá que ver en la cena navideña de qué familias se sirvieron porciones de Raúl Reyes, con una tajada de Felipe Rincón o algo del brazo de Iván Ríos acompañados de copas rebosantes de la sangre de los jóvenes de Soacha, Pereira y los tantos otros sitios donde fueron masacrados por el estado como animales para justificar el brindis de la cena del fin del anterior, que fue: “¡que año carajo!”.